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— 147— un interés que hoy no se alcanza bien y en toda su amplitud. Si, como alguien ha dicho, «los poetas son los intérpretes del corazón», nosotros podemos decla- rar mejor el pensamiento, diciendo que la caridad cristiana es el verdadero intérprete del corazón de la mujer... Si a veces halla la mujer motivos de va- nidad hasta en las mismas prácticas piadosas; si hasta en las obras de caridad viene a ejercer la moda su tiranía, no resulta nada de eso cuando el motivo de obrar el bien es un principio de fe y sobre todo cuando la acción impone sacrificios sin retribución humana... <La virtud es un gran libro donde se nutren talentos como el de Santa Teresa y de donde brotan poemas como la Imitación de Cristo, ¿por qué no ha de ser un tesoro de donde fluya el río de la caridad, beneficiando generosa y desinteresadamente toda clase de necesidades?» Ved ahí un pensamiento que quería poner por obra el Beato Gaspar, instituyendo la Cofradía de seño- ras con el fin antes indicado. xx Pero veía en derredor suyo otro sector de la humanidad no menos interesante: el de la juven- tud... Ya hemos indicado más arriba lo que hizo en Roma a instancias de Pío VII... Pero la juventud no era una especialización romana... En todos los pueblos había jóvenes... y en muchas partes jóve- nes que parecían fruto moral de la ciencia indepen- 11

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