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UE mujer el papel que tenía que desempeñar en su casa, obedecía al sesgo que veía tomar a ciertas señoras más amigas de las novedades que llegaban de la Francia filosófica y revolucionaria, que de la piedad de los templos. Para ellas el templo mejor era el teatro, y el teatro, como decía oportunamen- te nuestro Severo Catalina, «es un verdadero cam- po de Agramante para los corazones». El día en que los teatros mueran deberán vestirse de luto las coquetas... En el teatro aprende la mujer otro lenguaje del corazón, que no el de la Religión... como en el baile aprende el lenguaje de la galantería, que no está escrito más que en los labios. Una madre sólo debe saber estos lenguajes por el estudio, no por la práctica; no directamente, sino por reflejo, a fin de advertirselu a los hijos... Era necesario dar soli- dez al sentimiento religioso de la mujer; era preciso ocupar su fantasía en obras religiosas que hablasen de corazón a corazón, y con ese objeto creó Gaspar una Cofradía para señoras, con objeto de que re- cogieran limosnas para ayudar a los enfermos po- bres y socorrerlos en sus necesidades, visitándoles con frecuencia y animándoles a resignarse a la voluntad de Dios... El corazón de la mujer hallaría en esto un pábulo interesante y un germen de una nueva maternidad, la maternidad de la caridad. Todavía no habían nacido las Conferencias llama- das de San Vicente, y por eso, el tema que desarro- llamos y el objetivo que perseguía Gaspar tenían
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