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— 144— rio nocturno, además de acompañar con sus insig- nias a los misioneros cuando saliesen'a predicar en público. At hombre no le agradan las trabas que le impo- ne la Religión. Tiene conciencia de su libertad; pero la libertad no debe traspasar los limites de lo impuesto por la verdad; ni por grande que sea, le es lícito dejar de reconocer otro criterio que su sentimiento propio... A la dignidad del hombre nada quita la sumisión humilde a los deberes cris- tianos y las prácticas piadosas. Si en su aspecto científico-filosófico está sujeto a leyes lógicas y a las de la naturaleza, en su aspecto religioso está igualmente subordinado a reglas morales y prescrip- ciones de una autoridad superior, Este era el. con- cepto regulador con que el Beato trataba de reunir- los para educarlos y elevarlos, en aqueilas asam- bleas nocturnas dándoles al propio tiempo medios para regularizar más fácil y disimuladamente el es- tado de sus conciencias, Extraña paradoja nos parece que en tiempo en que tanto se pregona la «libertad de la ciencia» no se haga mayormente hincapié en la «libertad de las almas». La libertad de la crítica se ha llevado al te- rreno religioso,'no para depurar valores reales, sino para condenar la captación mental per el acto de la fe... No; ni la fe ni nada que ella inspire obliga al hombre a abdicar de la razón... La razón vive al lado de la fe como una hermana menor asociada a las alegrías y bellezas de su hermana mayor...

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