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— 137— o del ridiculo se esgrime como arma de combate contra semejantes estilos... Atribúyense a manías y extravagancias de ciertos ardientes e impetuosos temperamentos... ¿Pero, no se ven en calles públi- cas inscripciones harto pornográficas? ¿No se leen rótulos que parecen inventados sólo con objeto de arrancar el velo del pudor de las conciencias timo- ratas? ¿Por qué no ha de hacerse como medio de moralización y de higiene espiritual lo que se prac- tica como medio de perversión y corrupción moral? Sobre lo estilado en dias de misión, no presuma- mos superar el celo y la prudencia de los Santos... La historia abona mucho en su favor, y lo que im- portaría sería imitar en los métodos, el espíritu y modo de ponerlos en ejecución, que ellos tenían... Sin alejarnos de nuestro objeto y dado que este libro se lo brindamos señaladamente a los sacerdo- tes y ministros de Dios, queremos añadir que en los métodos de Misión debe tenerse en cuenta, primero: que no convienen en todas partes los mismos proce- dimientos, sino que la discrección debe guiar y orde- nar las cosas (1). Segundo, que el método general en las materias debe ser: levis materia mane, vespe- re vehementiori; manes implici elocutione, vespere elengantjori utatur... dogmata potius mane, moralia et graviora vespere. Tercero, que las materias de la tarde suelen ser: introducción, o sea naturaleza, fin, necesidad y frutos de la misión... Pecado... grave- (1) Sciat orator que profert que agat; denique loci et temporis cir- cunstantiz sunt attendende... (Harlemo, pág. 436).

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