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— 135— pupila se presta mejor al colorido que a la opaci- dad severa de otros días. La Comunión general tenía lugar en diferentes días... porque le parecía más metódico y más opor- tuno separar a los hombres de las mujeres, repar- tiendo el Pan angélico en un día a los unos, y en otro día a los otros. No hay que decir que la Co- munión de los niños revestia carácter peculiar y que se prestaba a nuevas emociones arrancadas al corazón de los padres en presencia de aquellos frutos de sus entrañas, que se les devolvian después de saturarlos del suave aroma de Jesús, como flores embalsamadas al contacto del lirio de los valles que, viviente y sacramental se había instalado en su corazón al comulgar. En el último día de la Misión quemábanse en la plaza pública los libros prohibidos y los objetos obscenos entregados a los misioneros. Como remate y broche, dejaban un recuerdo de la Misión consistente en una Cruz colocada en un sitio elevado y visible para que como faro alum- brara aquel pueblo, y como símbolo de la Pasión y de la Religión, recordara en el decurso del tiempo los sucesos de la Misión. Era el verdadero concen- trador de todas las ideas y ejercicios tenidos duran- te tan santos días, que suelen ser de bendición y de gracia para los pueblos, Ua discurso final, llamado de «recuerdo» al colocar la cruz remataba la labor apostólica de los misioneros, que la cerraban con la bendición Papal, saliéndose inmediatamente del

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