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A por eso el Beato Gaspar, como todos los varones notables en el púlpito, pararon mientes en el punto del método misional. Indudablen:ente el fondo de la predicación debe ser moral y de verdades eternas... El misionero debe-ir empapado en aquel sentimiento de José, cuando fué a buscar a sus hermanos: «Fratres meos quero» (1). Debe considerar el pueblo donde mi- siona como un amplio hospital de enfermos, a don- de Dios le envía como médico de almas. Los sermones de misión reclaman, sobre todo, gran fortaleza y prudencia. El Señor dió a Ezequiel una frente diamantina para anunciar sus verdades sin miedo a nadie ni a nada. Pero en un verdadero método de misionar deben distinguirse el objeto que se persigue, el orden que deben guardar las mate- rias, y el modo de proceder en la realización de la Misión... El primer deber del misionero práctico es observar el orden. Al orden en que se hacen las funciones y se dan las instrucciones se llama siste- ma o método de Misión... En la determinación y preparación de este orden consiste el plan de un misionero. No se debe, empero, confundir et plan con el método... El método dice relación al proce- dimiento. El plan dice relación al objeto de la Mi- sión... La importancia de las misiones metódicas es incalculable (2). (1) Gen. XXXVII. (2) No resistimos al deseo de acotar aqui lo que el P. Harlemo dice en su obra de «Eloquentia Sacra»: Intelligant concionatores quod presentim hodiedum oratio dogmatica majorem fructum afferat quam otatio mora-
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