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== X — des convulsiones, tanto y más que las providencias politi- cas y económicas, tanto y más que una sabia y prudente administración, es para la salvación de los pueblos útil y eficaz la predicación de las verdades cristianas. El Papa Pio VII, de regreso a la capital de su largo destierro en Fontainebleu, hallando al Estado Pontificio envuelto en llamaradas anárquicas y abandonado al des- orden más peligroso, confió, muy sabiamente, el restable- cimiento del orden a santos Misioneros, antes que a gene- rales de ejército o jetes de policia; y lo que el terror de los más severos castigos no “conseguía, realizólo la virtud evangélica y la palabra inspirada del Beato Gaspar del Búfalo, fundador de los Misioneros de la Preciosa Sangre. Los Estados de hoy no usan ya del arma de la cruz, sino acaso para adorno de regias coronas. No por ello están los sacerdotes menos obligados a procurar la salvación del Estado, salvando a las almas de los que son sus hermanos. Sin embargo, ¡cuántos sacerdotes buenos hay que, te- niendo arranques verdaderos de apostolado y convencidos de la extrema gravedad de la hora presente, vénse cohibi- dos en sus santos anhelos por múltiples dificultades que los apartan constantemente de aquella linea que se marca- ron a si mismos en aquel día histórico en que, llenos de entusiasmo, ascendieron por vez primera el altar y subie- ron por primera vez al púlpito! Cuántos habrá que ahora mismo dirán para sus aden- tros: ¡Bien quisiera yo ser misionero, pero: ¿cómo? ¿a cos- ta de cuáles sacrificios? ¡Qué de virtudes y dones celestia- les, que caudal de disposiciones naturales y de cultura han de exigirsele a un misionero! Pues a quienes tales dudas aflijan brindo con fraternal afecto la lectura de la vida del Fundador de los Misioneros de la Preciosa Sangre, el Beato Gaspar Cel Búfalo, que acaba de escribir la pluma del R. P. Guernica o. c. sobre los manuscritos bien documentados del R. P. Angel Della Vecchia. En ella encontrarán los lectores un hecho suma-