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— 114— su cadáver, después de muchos años de muerto, le granjearon estimación y cobró fama merecida de santidad. Pero todavía aparece entre flores, gallardo y vigoroso, el blanco y delicado lirio del joven estu- diante Felipe Janni, que dejó detrás de sí lo que los lirios... reguero de perfumados recuerdos que pue- den servir como espejo y estímulo a la juventud estudiosa. Ni hablaremos de otros compañeros y discípulos del Beato, porque solo hemos pretendido entresa- car de entre cien alguna muestra de las flores del jardín de la Preciosa Sangre. ox Mas precisa consignar que, además de la santi- ficación propia, idea esencial en toda congregación religiosa, había en este Instituto otra idea madre... No sólo pretendió Gaspar reunir a sacerdotes que viviesen vida común y piadosa. Su blanco y como entraña de ese pensamiento fué el apostolado, la propagación de los méritos y de los frutos de la Preciosa Sangre. Esta idea-madre de su organización y de su Instituto germinó en el cerebro y en el corazón de Albertini y del Beato mientras se ocupaban en dar existencia a una Cofradía del mismo título. De suerte que la Congregación debe ser como una ampliación y como defensa y medio de propa- gación de la Cofradía como ideal del Instituto. Por
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