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. a A porque está escrito: Mis palabras son como el fue- go, que lo consume todo, y como martillo que quebranta la piedra (1)... Todo sacerdote, dice San Gregorio, recibe el ofi- cio de pregonero de la verdad (2), pero algunos son providencialmente señalados para ese gran desem- peño... Es que Dios tiene cuidado especial de per- petuar este ministerio con la eficacia que tenía, y como contraste de la estéril predicación de muchos oradores, «os magna sonaturum», presenta en hora oportuna esos otros grandes apósoles que tie- nen valor bastante para decir con harta verdad: «Ego remansi Propheta Domini solus». Solos, ante la muchedumbre de obstáculos y necesidades con la mirada clara y penetrante en la solución de los graves problemas del alma... Apóstoles enardecidos ante la situación precaria de las almas que recordan- do siempre la voz de San Crisóstomo: Dareis cuen- ta no solo de vuestra vida, sino de todo el univer- so (3), no se dan punto de descanso, repitiendo con San Pablo: ¡Ve mihi si non evangelizavero! (4) ¡Ay de mí si no evangelizare..! De éstos era nues- tro héroe, y, como a ellos, díjole Dios al destinarle para la campaña que le esperaba: Ecce dedi verba mea in ore tuo... «He aquí que yo pongo mis pala- (1) Verba mea sunt quasi ignis dicit Dominus, et quasi malleus con terens petram... (2) Preeconis officium suscipit quiquis Sacerdotium accedit. (Post. c. 4.) (3) «Non de vestra tantummodo vita sed de universo orbe vobis ratio reddenda est». Homil. 15 in Matth. (4) 2 Cor, 9.
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