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o festiva para los que frecuentaban la Academia de San Lucas (1) y él la llevó a perfecto acabamiento. Predicó también ejercicios espirituales a los jóve- nes de primera Comunión en la Pía casa de Ponte- rotto, y estaba atento a todo lo que demandaba el cuidado de la juventud. Pero como ya se ha dicho, su esfera de acción respondía a otras necesidades de orden más general. Por lo mismo que la pertur- bación moral e ideológica cundía en todas partes... como quiera que las costumbres se habían conta- giado de un agudo paganismo en todas las órbitas, Dios le había destinado para que hiciera vibrar la voz de los profetas desde la cátedra sagrada y des- de las tribunas públicas... Pío VII, no sólo acari- ciaba la idea de la educación de la juventud; entra- ba en su vasto plan reformador la obra de las Mi- siones que en una esfera más amplia abarca todas las actuaciones útiles, sobre todo, y señaladamente, la predicación de las verdades eternas... También en aquella época desastrosa podía repetirse el grito del profeta de los Trenos. Vix Sion lugent eo quod non sint que veniant ad solemnitatem (2). No sola- mente los caminos de la Sión celeste, aun los del templo y los de la religión se veían desiertos por costumbres tan extragadas y con tanto olvido de Dios, que podría añadirse: Nunquid resina non est (1) Debió ser la fundada por Coppola, arzobispo de Mira, en 1800... Más tarde restableció Pio VII el Colegio inglés, el escocés y el germánico, en la misma Roma, lo mismo que la Propaganda cuyos progresos fomentó el cardenal Pedicini. (2) Thren. 1.
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