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entre los menesteres del campo y el número de los que a ellos se dedican de verdad. Por otra parte, el desarrollo histórico de la Iglesia nos comprueba con bella frecuencia un hecho que a todos al- canza: a saber, el éxito halagiieño que a menudo acompaña la extensión y rápida difusión en paises lejanos de institu- tos y reglas religiosas concebidas para determinadas y limitadas regiones, confirmándose en ello por una parte la unidad espiritual de todos los pueblos de la tierra y por otra la providencial de la institución o de la regla señalada. Esta es precisamente la caracteristica de la Congrega- ción de la Preciosa Sangre, cuyos fines y limites en un principio estrechos y particulares, lograron más tarde en las Américas un desarrollo prodigioso, e igual suerte tienen deparada asimismo en España, en cuanto de su constitu= ción, de la oportunidad de sus propósitos, de la moderni- dad de sus medios logren enterarse cuantos sienten en la hora presente vocación de apóstoles, Nunca hicieron tanta falta los apóstoles de Jesucristo como en este instante en que la sangre humana derramada a torrentes en los campos de batalla de Europa clama por- que la Sangre Divina aplaque al fin la Eterna Justicia y fecundice otra vez los desolados campos del trabajo, para que volviendo los pueblos a las pacificas labores hallen en el PRECIO DE RESCATE la prenda de la tranquilidad y de la paz duradera. ' Meditemos atentamente lo que nos espera. España logró por especialisima gracia de Dios, mante- nerse alejada del conflicto mundial hasta el fin. Pero no por ello fué y está exenta de los males que la guerra: ha aca- rreado a los beligerantes: Volviendo en breve los soldados de las trincheras; in- vadirán las plazas y los mercados, los unos rencorosos y sedientos de venganza por los sufrimientos padecidos, los otros codiciosos en busca de riquezas más que de trabajo. El odio y la codicia caracterizarán los años venideros,

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