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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 89 consuelo de tratar de mis intereses con los hombres» (*). No por esto hemos de negar al hombre su derecho a la participación de las comunicaciones de Cristo y aun el hecho de haber sido mil veces íntimo confidente de las gracias singularísimas del Señor, pero hemos acotado el texto teresiano para prevenir toda indiscreta murmura- ción si, al observar qué largamente se comunica Jesús con el alma de la mujer, se achaca esto más que al efec- tivo concurso divino a otras razones de condición fe- menina. Aquellas admirables revelaciones hechas a Santa An- gela de Foligno (*), por no citar otras, a pesar de ser he- chas 4 mujer merecieron gran favor del publico, y hasta hombre tan cuerdo, sabio y firme como -el Cardenal Cis- neros tuvo a bien hacerlas publicar en castellauo. La influencia de este libro en los siglos xvi y xvu fué reconocida, tanto en Francia, en Inglaterra, en Italia como en nuestra España, sin que fuese razón el ha- ber sido mujer la que las recibió de Jesús, para echarlas en menosprecio. Jesús se complace en comunicarse a la mujer porque.se presta mejor a oirle y seguirle por la vía dolorosa de la abnegación. Por eso en la vida de las santas mujeres encontramos tan fecundo el terreno a las manifestaciones del cielo y tan admirable a Dios en las comunicaciones con la criatura... Con las revelaciones andan unidos los éxtasis, que nunca parece que faltan en los Siervos de Dios, en quie- (+) Ribera, «Vit. Sant. Theresie», 4, 3-50. Bolland , vert, VIL-1-668 (*) Hace poco, Mis Underhill, conocida ya por sus escritos acer- ca de los místicos, ha dado una bella conferencia en Bríitis!s Society sobre este tema. Dice la autora que la primera edición latina del libro de las «Revelaciones de la B. Angela de Foligno» es, pro- bablemente, la de Venecia, C. 1510... Hay otras, como la de París (1598), y la de Colonia (1601), y anterior a ellas es la de Toledo, de 1505, Jussu Reverendissimi D. domini Francisci Ximénez.

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