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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 87 <clamar: Os alabo ¡oh Padre, Señor del cielo y de la tie- rra! porque habéis ocultado estas cosas a los sabios y a prudentes y no las habéis revelado sino a los pequeños: Sí, os alabo ¡oh Padre! porque asi os plugo (*). Como todas las verdades sobrenaturales, las de la teología mís- tica son tan profundas que la sola voluntad humana no basta para adueñarse de ellas... La perspicacia sola no es suficiente para entender tales misterios... Los hom- « bres de mayor talento natural no tienen el conocimiento que Dios concedió a Sor María Ana... . (1) Math., V.

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