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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 81 ción de Sor María Paz y de Sor María Perseverancia (*). En la época del cerco diabólico oyeron decir a los demo- nios que aquella noche habian cogido un buen cochinito, y hacían gran fiesta y algarada. En el mismo día llegó al torno una esquela mortuoria, y, habiéndosela llevado a la Madre Abadesa, que estaba con Sor María Ana, asustóse ésta mortalmente al mirarla, y, con la cara vuelta para no ver la esquela, decía: «¿Pero cómo traen esto aquín? Preguntada por la Prelada si veía algo, res- pondió: «Veo un culebrón feísimo y horroroso». A pesar de estar tan acostumbrada a ver demonios no la cau- saban tanto espanto como aquella esquela.... Retiróla cuidadosamente la tornera y de allí, a poco, dejóla caer junto a la Sierva de Dios, la cual experimentó la misma turbación y respeto que la vez primera..... Escondié- ronla entre papeles, y al verse Sor María Ana frente a ellos sentía la misma espantosa turbación y horror, Las religiosas que esto presenciaban quedaron horro- rizadas, porque la esquela era de un ciudadano cuyo nombre sonaba mucho, pero que llevaba una vida de crápula más famosa que su nombre... ¡Desgraciados los que, entregados a.la vida de la materia, dejan su conversión para la última hora...! Grande es la misericordia de Dios, su bondad tiene es- peras bien extraordinarias; pero, según enseña S. Agus- tín, aquel que ofrece el perdón a toda hora, no ofrece la hora; aquel que espera todos los días, no promete el día de mañana... HI Entra en el plan amorosisimo de Dios esta manera de procurar el bien de las almas que por merecimientos an- () Manuscrito de Plasencia, pág. 99.
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