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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 79 de ellas le interesa, y tanto como las ama desea su ali- vio... El tiene atadas las manos para poderlas librar de aquellas cárceles de fuego, y solicita el cariño de nuestro ioneras de la justicia divina. corazón en favor de las pris El 4 de noviembre de 1900 manifestó la humilde Sier- va de Dios a su Director que en aquellos días le pare- cía, en ocasiones, que se encontraba en el infierno entre aquel número como infinito de candenados... Al mismo tiempo sufría horribilisimas tentaciones contra todas las virtudes... Tuvo visión exacta de las penas del infierno, y decía que todo el penar de este mundo parecía una pintura en comparación de aquel terrible fuego de castigos eter- nos... En medio del fuego habia obscuridad tenebrosísi- ma, en que están sumergidos los proscritos en número casi infinito... Parecíala que sentia ella en sí misma las penas de todos ellos, pero que todas aquellas torturas las sufriría gustosa hasta el día del juicio por la salvación de las almas. En esta visión no se desenvuelve la terrorífica descripción de Sta. Francisca Romana, pero hay más ternura; y lo que el Señor queria de ella no era la forma elocuente y aterradora, sino el interés vivisimo que de- bía despertar en su corazón en favor de las almas, ofre- ciéndose como víctima por la expiación del mundo... Esen vano que la incredulidad nos venga con muecas de despreocupada; la verdad del infierno se impone en ra- zón de castigo... Hace poco leífamos un sucedido curioso acerca de este dogma cuya visión acabamos de relatar: El capellán de la Escuela militar de Saint Cyr termina- ba, durante la cuaresma, de dirigir a los alumnos una instrucción acerca del infierno. Volvíase a su habitación e iba a entrar en ella, cuando un viejo capitán, que se hallaba empleado en calidad de instructor en el estable- cimiento, y que subía la escalera detrás de él, le dijo, en

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