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SOR MARÍA ANA DE JESÚS AT a la voluntad divina y al mandato de la autoridad, lo mismo cuando aceptaba tan divinos favores como cuan= do los rechazaba... Temía a estas cosas aitas mas que a una persecución. Llamamos la atene ión de nuestros lectores sobre la si- guiente reflexión con que salimos al paso de una objeción vulgar entre los pseudo-sabios: «Los fenómenos de visio- nes, éxtasis, etc., pueden explicarse por met lios natura=- les, pueden ser fenómenos naturales: luego es una im- postura eso que nos e xplican de losSantos» (1). Donosa consecuencia. Ella revela un concepto erróneo de la santidad; creen que el santo debe ser un hombre en el cual sólo obra lo sobrenatural. Si admitimos que esas cosas llamadas favores extraordinarios pueden tener una explicación natural, sólo se deduce que son muy posibles, y más posibles que si quisiésemos atribuirlos a una acción sobrenatural pura nente... Existen compro- baciones natur ales de tales fenómenos. .. ¿Por qué, en- tonces, rechazarlos como imposibles? Eso no cabe ni aun en la esfera de la ciencia desposeída de la fe... Para nos= otros es indiscutible que aun en los mismos fenómenos atribuidos a los Santos se mezcla lo natural, cosa que Santa Teresa daba por averiguada... El caso es encon= trar cuál es la causa que los produce..... Unas veces po- drá ser la neurosis, otras veces un agente sobrenatural obrando sobre lo natural; en este supuesto, el fenómeno tiene una virtualidad distinta: podrá no ser prueba de santidad; de hecho no constituye al santo, pero, general- mente, acompaña a una virtud heroica... La naturaleza yv virtualidad de dichos fenómenos debe determinarse ) Téngase en cuenta qt que es posible darse un. ex mamos la objeción en el sentido de "ción ratural de estos fenómenos; pero, generalmente, no son fenómenos simplemente naturales.
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