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SOR MARÍA ANA DE JESÚS una motita negra dentro de la boquita, y, con el cariño que se deja suponer, le metió el dedo para extraérsela. Jesús le asió de tal modo con su boquita, que ya no pudo soltarlo la monja por esfuerzos que hizc. Como estaba presente una religiosa, sofocóse mucho Sor María Ana, y, toda azorada porque era vista, decía a una imagen de S. Roque, que allí había: «San Roque, valedme; San Roque, valedme»; en lo cual se declara el candor y la sen- cillez de la ilustre Sierva de Dios... Cuando pudo sacar de la boquita el dedo, tenía marcada toda la encía del Niño. Indudablemente parecerán estos hechos demasiado familiares, pero Jesús se manifiesta y trata con las al- mas, según ellas son... En el decurso de la Historia Eclesiástica podemos observar esta conducta varia del Señor... Existe entre los Santos la misma diferencia que entre los ángeles, los cuales no son iguales. Por eso una de las alegrías del alma en la vida eterna es la de ver la gran- deza de Dios en la variedad de recompensas que ha dado a sus santos (*) y la variedad infinita en el modo de co- municarse con ellos en la tierra. Creemos que en Sor María Anita, casi niña cándida e inocente siempre, la caracteristica es la familiaridad con el Niño Jesús..., de la cual tenemos ejemplos y comprobaciones superabun- dantes, cuya consignación total sería labor improba y demasiado larga. (1) M. Olier Lettres.
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