BCCPAM000R09-1-21000000000000

48 LA PERLA DE LA HABANA otras diabólicas... Sóla la que se armoniza con la senci- llez y con la verdad, es la verdadera humildad, la que forma el espíritu de Cristo, la que quiso que apreñdiéra- mos de El... Téngase en cuenta que cuando se trata de practicar la humildad, no se trata de la práctica de pie- dad infantil, sino de la expresión del espíritu de Cristo: de la realización del reino de Dios, lo mismo en general que en cada alma individual. Ella enseña a sus adeptos a confesar su fragilidad y su miseria personal, pero tam- bién enseña a soportar sus defectos con paciencia, corri- giéndose en la esperanza de una vida mejor. Así presta la humildad una segunda base al mundo sobrenatural, base que resiste aún a los más violentos choques de la adversidad, a las olas de la persecución y al fuego de la aflicción... Con esto se declara que la humildad no es sólo forma exterior, no es una virtud que deprime y ami- lana, achicando la personalidad. Poco conocen la humil- dad los que siempre temen que descorazone al hombre y le convierta en pusilánime. El alma humilde es genero= sa y es sacrificada..., está capacitada para empresas he- roicas. Hace cosas grandes, y las hace por modo, digá- moslo así, completamente natural..... Ni siquiera se le ocurre la idea de que, obrando como obra, realiza algo de extraordinario. De aquí que nuestra Sor María Ana creyese verdad que no hacía cosa que revelase mayor mérito que el de sus Hermanas... La generosidad brota- ba de su humildad de modo tan natural como la sencillez y la rectitud proceden de la verdad..... La humildad ja- más llama grande a lo pequeño; no se alimenta de vanas ilusiones, de éxitos pasajeros..., se alimenta de sacrifi- cios, de abnegaciones. Nadie tan ávida de hacer el bien, tan inagotable en el sacrificio, como un alma humilde; de ahí brotaba en el corazón de Sor Maria Ana aquel

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz