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24 LA PERLA DE LA HABANA acción de las facultades espirituales en todo su vigor y la acción de la caridad externa en toda su plenitud... La vida de los Santos suministra la mejor prueba de esta verdad consoladora... El amor de Dios es difusivo... Bus- ca en Dios a la criatura y en la criatura a Dios... Pre- cisamente, la perfección es la justicia perfecta, que con- siste en dar a cada cual lo suyo; es la perfecta caridad, la caridad natural y sobrenatural, la caridad cristiana completa, respecto a Dios y respectoa los hombres... No hay Santo alguno sin que haya ejercitado esa caridad con el prójimo en grado heroico. El precepto que nos obliga a amar a Dios, nos obliga al cumplimiento de toda ley y justicia, lo cual no podrá realizarse sin tomar en serio nuestros deberes naturales y sobrenaturales... Para llegar a la perfección no se re- quieren milagros ni revelaciones, pero sí se requiere la caridad con el prójimo... La buena voluntad, la vo- luntad perfecta, es la caridad que se difunde en nuestros corazones con la gracia del Espíritu Santo (*). La ca- ridad hace posible lo imposible (*), ligero lo pesado, dul- ce lo amargo... De aquí podrá echarse de ver la importancia de esta virtud en el corazón de una Comunidad... Por eso los Santos son en ella la luz, la alegría y el consuelo de to= dos... La caridad abraza con un abrazo de entrañable unión todos los corazones..., y San Bernardo ha dicho que donde reina la caridad, no se sabe qué cosa sea el pesar, conócese tan sólo el gozo (*). Entremos, pues, con dulce deleite a tratar de la ca- (1) Rom., V-5. Agust., Ep. 918-2. () Agust., Ser. 70-3. (%) 8, Bernardo. De divino Serm., 97.

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