BCCPAM000R09-1-21000000000000

SOR MARÍA ANA DE JESÚS 287 consagrar a la sacristial Durante la misa comulgó la Co- munidad y unas 18 o 20 ancianas, siempre del mismo copón. Después de la misa dije al señor capellán. ¿Cómo no ha consagrado usted hoy? Grande era mi extrañeza, «Porque hay muchas formas todavía, me contestó; ya le avisaré yo a usted». Recibíamos al Señor 11 religiosas y algunas mujeres seglares, hasta el jueves de la sema- na... De manera, que se calcula la multiplicación en 126 formas. Este hecho me hace, una vez más, tener grande con- fianza en esta santa religiosa y una grande devoción al Santísimo Sacramento. — Plasencia, 26 de enero de 1912. Sor Josefa de Sta. Emma, Hermanita de los Pobres.» Ved aquí, pues, la última comprobación acerca de la santidad de Sor María Ana, de aquella criatura que, aun- que sintiese agotadas las fuerzas del cuerpo, nunca sen- tía agotadas las fuerzas del alma, ávida de holocausto y de sacrificios; aquella alma singular, como producto de un amor de predilección del Corazón de Jesús; aquella alma bañada de una alegría constante (*) y pura, en me- dio de sus austeridades y sufrimientos; aquella alma que voló a recibir la corona que su celestial Esposo la tenia preparada por sus grandes virtudes, por sus heroicos su= frimientos, por su ardentísima caridad y por su fidelisima correspondencia a las múltiples y singularísimas gracias que de sus divinas manos había recibido (*). Alma seráfica, de luz, de amor, de ternura intensa; de (1) La alegría que nace de conocer y amar a Dios, y del conten- to que inspira la buena y recta conciencia, es hermana inseparable de la santidad. Benito XIV hace de la presencia constante de esta alegría de los Siervos de Dios, una de las condiciones para la beatificación. (3 Palabras de su Director, el P. Yagúe. A

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz