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SOR MARÍA ANA DE JESÚS oyó en Génova las palabras que respecto de él dijo Santa Catalina de Sena en el momento de morir en su ciudad natal. (*) También causa extrañeza que en tan corto tiempo de religiosa pudiese merecer tantos favores... No es posible imponer”leyes al querer de Dios; en un instante puede santificar a un alma, y de hecho Sor Ma- ría Ana tuvo mucho del privilegio de preelección... ¿Pero quién no recuerda aquella otra religiosa homónima de la nuestra, que entró en religión el 20 de mayo de 1619 y murió en 17 de abril de 1624, habiendo vivido aún me- nos que la nuestra? Aquélla nació en Madrid y se llamó la B. María Ana de Jesús, y su vida es de las más ad- mirables y edificantes (*). Sor María de la Cruz, agustina recoleta, en Baeza, sólo fué monja cuatro años y ya se trata de su beatifi- cación. Como ya en otros lugares hemos indicado, la piedra de escándalo para otros es la posibilidad de tener pre- sente un caso de patología psíquica... A tener que juz- gar el estado mental de una persona por ciertos acciden- tes naturales en la mujer, tendrían una hermosa clientela los alienistas y los neurologistas. Pero en fin, hay más de una diferencia entre Sor Ma- ría Ana y la Justina de M. Pedro Janet, entre la sim- pática Teresita de la Faz y Rosa Tamasier... «El Santo que ha sacrificado salud, placeres, riquezas, honores mundanos por el llamamiento de la vocación, la cual ve confirmada con revelaciones y éxtasis, es por ventura un ? (1) En su Legande 1V-4. (?) «Historia Eclesiástica», Aguilar, tomo IT, núm. 922,

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