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E A e A add HA AN 2d de 262 LA PERLA DE LA HABANA dio hostil, dedúcese que la comprobación crítica de la historia que hemos tejido es natural e irrebatible..... Cuando en el conflicto de las monjas de Plasencia to- das rodean con amor la bandera de la virtud de Sor María Ana, es que toda su fuerza arranca de la posesión de la verdad... Pero todavía queremos ir a la comprobación por otra vía... Suponemos que en este pleito moral y místico la autoridad de los teólogos que, de cerca, han tratado de examinar la virtud de Sor María Ana y el testimonio de los directores que han gobernado su alma debe ser excep- cional... Fuera de la ultima autoridad de la Iglesia no sa- bemos que haya otra más respetable y convincente... Pues bien, el Sr. Obispo de la Habana, D. Manuel Santander, que conoció, trató y confesó a Sor María Ana, tenía aprobado su espíritu y elogiaba sus relevan- tes condiciones de alma; por eso la recomendó viniese a las capuchinas de España... y la visitó en el convento. Ya hemos anotado algunos otros pareceres de perso- nas religiosas y eclesiásticas que la conocieron... (t) Lo que importa es comprobar su espíritu y aclarar el juicio que ha merecido en medio de una vida extraordinaria con sus visiones, revelaciones y apariciones, etc., a los teólogos y directores... Que yo sepa, son tres los teólogos que informaron so- bre ella después de haberla examinado exprofeso de or- den del señor Obispo... Sea el primero el reverendo Pa- dre José María Ahicardo, S. J,, escritor ilustre de la benemérita Compañía de Jesús... Tres preguntas se le hicieron a dicho Padre sobre el resultado de su examen: 1.* Si realmente examinó a Sor María Ana de orden del (*) Véase también el apéndice.

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