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A E AS 258 LA PERLA DE LA HABANA nos dé perseverancia en la práctica de la virtud, que nos libre de todo peligro y mal y nos conceda, finalmente,. la perseverancia, porque aterra el pensar la sentencia de San Agustín: Certus est prodestinatorum numerus quí neque augerí neque minui potest (*). Si es posible tener algunas señales de predestinación, aunque no ab- solutas e infalibles, fuera de la revelación, una es el amor- a la santa Eucaristía... Que el divino cubanito aumen» te en mí y en mis lectores esta gran devoción sacramen- tal llamada por Sor María Ana ''la devoción de las de— vociones”, porque escrito está: Quí me inveniet inveniet et hauriet salutem a Domino (*): «El que me hallare ha- llará la vida, y sacará la salvación del Señor...» Que así como el santísimo Niño decía a su Sierva que por ella especialmente se había ofrecido a su Eterno Pa- dre (*), nos diga ella a sus devotos que por nosotros ro- gará especialmente a su finísimo Esposo..., ofreciéndose: como mediadora poderosísima delante del trono de Dios. (1) «De corrept. et gratia.», cap. 13. (2) Prov., VII. Cuenta de conciencia del 13 de febrero de 1901..
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