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NE OS dd ad o 252 LA PERLA DE LA HABANA que libraría a los hombres del imperio del mal, como confesaba el incrédulo Volney; también Jesús, cantado por el oráculo de la Sibila en Italia y más adelante por Virgilio y cuya expectación universal nos refiere Tacito y Suetonio, fué tratado de endemoniado y blasfemo, y cuando todo el mundo esperaba en El, los suyos no lo conocieron... Llegó más adelante la envidia a ejercer de juez, y a pesar de no encontrar testimonio uniforme pro- nunció su palabra... pero Jesús, a despecho de la palabra, de la envidia y de la tragedia del calvario, demostró que era Dios... y al tercer día resucitó de entre los muertos... Hay una fórmula para rebatir la falsedad; fórmula encarnada en el mismo Jesucristo y que S. Pablo la ex- presa de esta manera «Jesus Christus qui in vobis per nos preedicatus est non fuit Est et Non, sed Est in illo fuit». (1) Por este medio tan victoriosamente empleado ya por Bosuet tiene la verdad su más convincente arma. La historia de las variaciones es siempre de un origen absurdo... El argumento que con ellas se formula corta muy pronto la cuestión. Pues bien; para los que observaron de cerca aquel mo- vimiento que produjo la tempestad contra la Venerable Comunidad, la reproducción de ese argumento era claro; se vartaba porque no se tenía unidad, porque no se poseía la verdad... Las religiosas no tenían que oponer más que una defensa: no podemos ir contra la concien- cía... Decimos lo que vimos, lo que tocamos, aquello de lo que fuimos testigos «no se nos puede obligar a creer otra cosa, porque no podemos ir contra lo conciencia». Esto decían y repetían las monjitas apenadas bajo el peso de la contrariedad... Bien podían los apóstoles elu- (') II Corint 1-19. sí

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