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e A A LA PERLA DE LA HABANA nombraban a esta monja para Prelada prometiéndose para entonces la venganza de su enemiga (Sor María Ana)... En aquella elección las monjas tuvieron a bien no hacer caso de las intenciones de Luzbel, pero éste prometió que no pararía hasta conseguirlo... Y ved que ya lo ha conseguido... Sor María Inés, la que ahora es propuesta para reemplazar a la que ejercía el cargo de Abadesa, después de haberse prestado a ser instru- mento de los enemigos para difamar a la Sierva del Señor, murió arrepentidísima y retractándose delante de todas las monjas de todo lo falso que había hecho y dicho... Las monjas defendían en la causa de su santa Herma- na con la convicción y con la sana conciencia de reli- giosas que habían jurado ante Dios servirle toda la vida... So hacían unánimemente solidarias de cuanto había ocu- rrido en el convento con respecto a los santos misterios de Sor María Ana... Como Jesucristo, al subir al cielo, a pesar de su triunfo de la resurrección, dijo a los discipu- los que habían de padecer persecución por su nombre, eso mismo parece haber dicho Sor María Ana a sus hermanas de hábito... Sólo el nombre de Jesús acarreó sobre sus seguidores la más cruel de las persecuciones de la historia; pero sólo aquel nombre bastaba para no decaer en la lucha. Era un nombre de valor... Así el nombre de Sor María Ana acarreó persecución contra el convento de Plasencia, pero también su recuerdo y su amor bastaban para dar valor y perseverancia a sus áni- mos... Bástenos ahora saber que siendo tan amada y tan venerada la memoria de la Sierva del Señor Sor María Ana para aquellas sus Hermanas, el verla contrariada y ofendida hería dolorosamente su corazón y causaba esto más honda pena en ellas que la parte que les corres-

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