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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 249 Aquel suceso y escisión concupiscente de Lutero y Enrique VIII (*) tuvo por fruto santificar más a la Igle- sia y por controcausa produjo la verdadera reforma que sirvió de pretexto a su rebelión, pues la Esposa de Jesu- cristo se fortificó y afirmó en su interior en el Concilio de Trento y se explayó afuera en florescencia de misiones apostólicas... Tenemos esta vivísima fe en la Providencia y tene- mos también por descontado que las horas amargas, que muerta Sor María Ana llegaron para la Comunidad de Plasencia, se convertirán en horas de placer, cuando bajo la ley de la Providencia en el reloj de sus Decretos apunte la aguja del amor el instante y el minuto deter- minado... Cosas que no tienen explicación en los hom bres la tienen en Dios... Enterrado el cadáver, como queda referido, se notaron los primeros chispazos de la tempestad que se iba a des- encadenar... Vino la suspensión de la M. Abadesa en su cargo de Prelada y el nombramiento para Abadesa a favor de Sor Maria Inés... Recuerden nuestros lectores lo que ya hemos consig- nado en su lugar respecto a esta religiosa... Recuerden lo que se oyó decir claramente a los demonios cuando aquel conciliábulo famoso para las elecciones... Ellos (1) Sabido es que Enrique VIII que acababa de combatir por sí mismo en un libro titulado De Septem Sacramentis las doctrinas de Lutero, lo cual le valió el título de Defensor de la fe que le dió León X, intentó obtener del Pontífice la anulación de su matrimo- nio con la joven irlandesa Ana Boleny, a lo cual se negó el Papa porque no era /ícito y esta fué la causa del protestantismo en Inglaterra. Enrique VITI en 1536 hizo subir al cadalso a la des- venturada Ana Baleny y el mismo día se casó con Juana A ymour que murió en 1537 ) con Ava de Lleus y luego con 37 .. Se casó lues Catalina Howard que pereció a manos del verdugo en 1542 y por último se unió con Catalina Parr que llegó a dominarle...

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