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248 LA PERLA DE LA HABANA parecía una gran calamidad para el nombre cristiano y para Europa; pero los turcos cerraron los canales del comercio y se produjo en el mundo un cambio de rutas comerciales tan profundo como producirá hoy la aper- tura del Canal de Panamá... Las naves tuvieron que tomar otras direcciones y aquel hecho de la toma de la antigua Binzancio ayudó poderosamente al descubri- miento de América y en el nuevo mundo tuvo la religión nuevas compensaciones, y Europa inmensos veneros, y el comercio inacabables mercados... Eso buscaba la Provi- dencia con el hecho de armas de los hijos de Islam en 1453. Cuando Martín Lutero agravó los dolores de la Iglesia en sus luchas con el cesarismo y el absolutismo por la herejía y por el cisma con aquella formidable rebelión de la Reforma, parecía que aquel suceso preparado por Wiclef y Clubs y consumado por Lutero y sus émulos Calvino, Melanchton y. Zuinglio, debía detener una vez más al Cristianismo en su misión de cultura, civilización y verdadero progreso... Con Lutero se rebelaron varios príncipes y Estados del centro y norte de Europa; se suscitó aquella fratricida y cruel guerra que ensangrentó el suelo de Francia, de Alemania, de los Países Bajos y de Inglaterra... De hecho retrasó en muchos siglos la paz del mundo y el bienestar de los pueblos... Pero en medio de todo se vió la mano de la Providencia... Lute- ro se había fijado en que la Iglesia necesitaba una refor- ma en las costumbres del clero, de los obispos, de algu= nos monasterios y de la misma Corte pontificia... El orgullo, empero, que le dominaba le hizo caer de error en error y suscitó en lugar de una reforma una rebelión. Sin embargo, Lutero fué una vara de la Providencia... Su rebelión provocó en la Iglesia la verdadera reforma..

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