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da a AN y , E a A a iS A a $ A FEE mm A e... in A E 246 LA PERLA DE LA HABANA no porque la gente no estuviera dispuesta a tributarla los mayores honores, sino porque entraba en el plan de Dios que su Sierva participase algo de su obscuridad con aso- mos infamantes en la muerte y sepultura, para triunfar con mayor gloria en la resurrección, y porque, al propio tiempo, se tuviese delante de los ojos una prueba de su espíritu gigante e iluminado al desarrollarse tan pronto sucesos por ella previstos como argumentos de su don de profecía... En la región celeste, en posesión de sus re- compensas, poco podía importar a la humilde difunta la suerte de su cuerpo y aun de su fama entre los mortales, ... pero ya hemos visto que lamentaba con ayes todo lo que ocurriría por lo que tocaba a sus queridas Hermanas, que todavía quedaban en este valle de lágrimas... Ya lo verán pronto; pronto lo verán. ¿Qué es lo que vieron? Vamos a referirlo en el capítulo lo siguiente... Pero se- fñialamos aquí el cumplimiento de otra parte de su profe-- cía... Había encargado decir al Sr. Penitenciario que no la vería, que se conformase a la voluntad de Dios... La Maestra la replicó que, aunque muriese, la podría ver cadáver en el coro bajo... Sor María Ana se sonrió un poco y nada dijo; la miró y se calló confirmando que mo la vería. En efecto, los sucesos narrados impidieron que la viese, cosa que parecía contra toda esperanza, pues la costumbre era dejar los cadáveres en el coro bajo... a presencia de la gente, cuya devoción iba a tributarles el postrer homenaje. A

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