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E e dde AI ARA 6 ii EA A AIRES IVAR EFD DAI 242 LA PERLA DE LA HABANA fenómeno de que Sor María Ana a las veinticuatro horas conserve todavia su flexibilidad muscular quiere decir que estaba todavía lejos de la corrupción... Porque, aun entrado el cuerpo en la rigidez por la coagulación de la mejosina, puede conservarse esta rigidez, antes de que empiece el período de la putrefacción, por varias horas y hasta por varios días...; generalmente, perdura a ese estado de rigidez cadavérica hasta los treinta y seis o cuarentay ocho horas y hasta el sexto día, según Lan- dois (*), porque la putrefacción no empieza hasta que no cesa la rigidez. Además, la rigidez cadavérica dura tan- to más cuanto más tarde aparece. Hay, sin embargo, al- gunos casos en que el rigor del cuerpo empieza casi en el acto de morir, de donde procede que el cadáver guar- de la misma posición que tuvo en la muerte; pero esto se observa no en las muertes ordinarias, sino en las vio- lentas, v. g.: en una explosión de gas, en las guerras, en los que caen heridos mortalmente... En nuestro caso to- das las circunstancias atestiguaban la no existencia de la carrera hacia la corrupción. Era Dios, que así lo dis- ponía para más claro argumento de la falsedad de los enemigos. ¿Que las monjas no podían juzgar de eso? Con- venido; ¿mas quién fué a reconocerlo? ¿Quién averiguó: que no fué así? ¿Quién autorizó la negación? ¿Y no po- dían percibir las monjas los síntomas de la corrupción, como son la separación de la piel de la dermis, la pre- sencia de los gases fétidos cuyo efecto son los ruidos del vientre y alteraciones de la faz y del pecho, la fetidez cadavérica, etcétera? Pero demos de barato que real- mente el cadáver hubiese entrado en el periodo de la putrefacción; que la sangre que fluía del cuerpo fuese sangre espumosa y que, por la presión de los gases, pe- (1) Ibid.

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