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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 241 verosímil que hubiese interés palpitante de alguno a al- gunos en que cundiese esa idea? ¿Con qué fines...? «Nos- otros podemos decir y jurar si es preciso—dice la rela- ción de Sor María Paz, testigo presencial de los sucesos— no haber percibido nada de mal olor, sino todo la con- trario: mucha fragancia.» La flexibilidad que conservó después de 24 horas de cadáver tampoco lo queremos aducir como prueba ex- traordinaria, pero declara lo contsario de lo que se qui- so suponer... La pérdida de las contracciones musculares es un argumento de muerte cierta..... La contractilidad cesa primeramente en el ventrículo izquierdo del cora- zón, luego en el estómago e intestinos a la hora, próxi- mamente, de causada la muerte, luego cesan los de la vesícula y ventrículo derecho y produciéndose en los músculos del pecho, vientre y dorso a las siete u ocho horas... Finalmente, cesa la contractilidad de la aurícu- la derecha del corazón...; pero en ciertas enfermedades crónicas y en las muertes ocasionadas por ciertos gases, como el hidrógeno sulfurado, sulfuro carbónico, gas amoniacal, etc., ocurre este fenómeno más rápidamen- te... Viene ahora la rigidez cadavérica, que consiste en el endurecimiento de los músculos, y, de ordinario, no pueden ya extenderse o dilatarse, y si, por fuerza, se consigue la dilatación ya no se pueden contraer... Esta ri- gidez corporal puede empezar a poco de morir (alos diez minutos) hasta siete horas después. A las veinticuatro ho- ras todo el cuerpo queda yerto... (*) Es cierto que los últi- mos músculosque pierden la flexibilidad son losde la par- te superior o de los brazos, y que los primeros que entran en la rigidez son los de la cabeza y del cuello, pero el (t) Londóis. «Tratt. di fis, deli' nomo», P. II, pág. 597.
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