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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 237 funcionar el corazón se acaba la vida... Comprendemos que el órgano cardiaco puede funcionar tan débilmente que no se puedan percibir sus latidos con los medios que hasta hoy posee la ciencia... Aun tenemos mucho gusto en señalar la experiencia del Dr. Ruseau en cierto hom-= bre en quien percibió pulsaciones cardiacas después de 26 horas de reputársele por muerto, según las señales ordinarias ('). ¿Pero esto debe tenerse en cuenta al tra- tarse de los casos corrientes y de la ley general? ¿No son ellos casos de excepción?..... La dificultad en que se halla la fisiología de definir absolutamente la muerte del corazón, no quita que, muer- to el corazón, se muera el hombre..., y la muerte del corazón generalmente ocurre cuando cesa de funcionar. En nuestras relaciones'o discusiones no debemos encas- tillarnos en pudo ser de otro modo. La mera posibilidad, ni es regla moral ni es regla cientifica... Debemos pro= ceder por leyes generales y contingencias ordinarias de la lógica o de la historia. En el caso presente, Sor María Ana no volvió a la vida como en los casos extraordinarios, luego debemos suponerla muerta como en los casos ordinarios; y esta muerta, cuyo corazón dejó de furicionar, es'objeto de este fenómeno bien raro en los cadáveres: la destilación sanguínea fresca... aun después de 15 horas de ocurrida la muerte hasta poco antes de la hora del entierro, que fué como se dirá..... Ni este fenómeno ni el otro de la conservación de la temperatura queremos aducirlos como milagrosos, por= jue, según los principios de medicina legal, en éstos hay jue tener en cuenta el abrigo que cubre el cadáver, la % D. Hailluin, «Resurrectión da cour», pág. 33.

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