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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 227 del proceso que se incoó contra la V. Madre Agreda... que «los que testificaron contra ella añadieron mucho y supusieron más» (*). Siempre se funda la maledicencia en invenciones ca- prichosas y engañosas... pero la ve dad sencilla escondi- da en la humildad, prevalece cuando Dios quiere... En medio de la amargura y tristeza que causa la pasión, empeñada en arrojar polvo sobre la gloria de la virtud, es un consuelo para ésta el que hombres imparciales, haciendo el oficio de la justicia, entablen un proceso co- mo el qua motivó el de la V. Madre Agreda, o de la he- roica B. Juana de Arco... En el proceso se examinan las razones, sa puntualizan los hechos, se pide a Dios la luz necesaria para el esclarecimiento de la verdad, y al cabo sale ésta viotoriosa... L ¡amargo y doloroso sería el con- denar la justicia sin proceso y sin examen y contra las dep siciones de los testigos presenciales y sin oir a las personas que podrían ilustrar el caso Nosntros, historiadores imparciales de los sucesos, no tenemos derecho a altevar la verdad... Elevemos al cielo la mirada del alma, y viendo a la ilustre muerta junto al trono de Jesús, bendigamos su nombre y alabemos a Dios, que sabe revelarse tan magnifico y poderoso en criaturas de arcilla, en las que goza haciendo brillar los tesoros de su sabiduría y amor... Sor María Anita, res- plandeciente de luz y de amor, brilla como diamante de- licado herido por los rayos de un sol eterno; y su alma, coronada de honor y gloria bajo la mirada de una corte de bienaventurados, cantará por siempre jamás el himno de la gratitud y de la vida... con estrofas de paz y de in- mortalidad inacabables..... (1) En el convento de Agreda exfste una copia de este proceso, mandada sacar por D ancisco silvela del archivo de la casa de Gor, don le está el original. A ÓN
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