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A O ¡ o I ( | A A e nr PP rv RENE AR GTA CUA AA NX A e 218 LA PERLA DE LA HABANA Nada; la apacibilidad sigue brillando en su rostro... la serenidad alegra su grandioso espíritu... la esperanza lanza hacia el cielo los vuelos enamorados del alma..... Como se despidió de las Hermanas y de la Rvda. Ma- dre en particular, dándoles un cariñoso abrazo, quiso des- pedirse también del Amor sacramentado... Véase la des- pedida al Prisionero del altar, con quien tanto gozaba y a cuyo inefable misterio tanta veneración tenia. Al de- jarlo acá abajo, el irse ella no le sufría el pecho, y, aun- que iba a ver cara a cara lo que sólo por fe se conoce y goza acá abajo, quiso escribir una despedida para esta última hora... Muy capaz de hacerla en verso muy ali- ñado, (') su hutnildad la llevó a dejarla en esta forma, ciertamente reveladora del más fino y acendrado amor... Dice así: «Despedida a Jesús Sacramentado, que quiero diri- girle después de mi muerte: ES He muerto ya, sacramentado Amante; no palpita por sí mi corazón; solamente el imperio de la muerte quitar puede tan fuerte propensión. 2.* En breve tengo de ir para el sepulcro; pero mi cuerpo, al verse ya enterrado, adoraciones te dará perennes donde quiera que estés sacramentado, 3.* — Cuando me vea a polvo reducida hago intención, ¡oh amor sacramentado!, (1) El talento de Sor María Ana y su instrucción, está reco- nocido y confirmado por las autorizadas palabras del Sr. D. Ma- muel Santander, Obispo que fué de la Habana, y por éstas que cita- mos de la defensa, escrita por el P. Yagúe, O. M. F.

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