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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 215 la puso en cama el 2 de agosto de 1901, fiesta de Nuestra Señora de los Angeles..... Aquella existencia pura y delicada, que estando en- ferma y calenturienta, jamás pedía nada ni se quejaba jámás, conformándose siempre con lo que le daban o ha- cian, ya no se levantará del lecho..... Antes de profesar, tuvo un éxtasis; parecía ra- diante de alegría. Jesús le indicó que la quería llevar cuando profesara; pero se interpuso la Madre Abadesa a guien parecía poco el tiempo que había vivido en el con- vento, y deseando ella complacer a la Madre, alcanzó cinco años de vida para convivir con tan buenas Her- manas (*). Ya tocaba a su término el plazo fijado, y el divino Es- poso la llamaba urgentemente junto a sÍ..... La calentura que la puso en cama, más que dolencia fisica, fué un puente tendido por Dios para que pasase A la otra vida... Siete días duró la enfermedad postrera; durante ella, renovó los buenos ejemplos que solía dar, y sin duda, para que la cruz en que había de morir fuese semejante a la del Calvario, no tuvo durante los siete días ni cinco minutos de descanso... Las piernas, hin- <hadas y erisipeladas, le causaban agudísimos dolores, habiendo necesidad de aplicarle'el instrumento quirúrgico sin qua se le oyera ni un ¡ay! ni hiciera el menor mo- vimiento... Recordemos aquel acto amoroso y espontá- neoquercalizó o! día en que tratando de aplicársele el ter- mómetro, alargó ella el brazo, y cogiendo un crucifijo que a la cabecera colgaba, dijo: «Este es el verdadero termómetro», .... (1) Sor María Ana manifestó a Jesús el deseo de la Abadesa y El le dijo que la dejaría cinco años. Así lo declaró ella a la Pre- Jada, y así se ha cumplido. Defensa del Padre Yagle.

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