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204 LA PERLA DE LA HABANA cución de los enemigos padeciese otra persecución contra su fama, y aquí, sí que demostró fortaleza singular... Ha- gamos caso omiso de los apuros que tuvo que pasar para emitir la profesión que a toda costa quiso impedirlo el demonio... Primeramente, levantó entre las monjas una regular polvareda... luego Jlegó hasta cegar a la novicia para que, perdida la vista, la declararan inútil...; más tar- de y antes intentaron matarla, propinándole venenos y alfileres como si fuesen medicinas para su curación; para lo cual, se revestían de hábito de monjas, a fin de que el engaño fuese más seguro... Pero de todo la sacó Dios, dándole invicta fortaleza... Sin embargo, la persecución a que nos referimos fué totalmente interna y de un su- frimiento más íntimo y duradero..... Escrito lo dejó Jesús: «el enemigo más fiero es el do- méstico...» Aquellos espíritus infernales que para apar— tarla de comulgar la hacían tan pesada, que a veces te- nían que bajarla entre tres hermanas y tenía que entrar el capellán a administrarle la Santa Forma en el coro, echada sobre el duro suelo, teniéndole que abrir la boca las mismas hermanas, pues los enemigos se la candaban; aquellos espíritus infernales, digo, obtuvieron permiso pa- ra entablar contra la Sierva de Dios otra campaña, la de la difamación... Después de la victoria que acabamos de referir, alcanzó ella de Jesús dos gracias: 1.* Que no ha- bía de quedarse día alguno sin comulgar por estas ma- quinaciones diabólicas. 2.* Que no tendrían las herma- nas este trabajo de bajarla al coro. Pero en cambio, ¡oh infame venganza! los demonios se aprestaron a este otro género de venganza, ¡Calumniarla, calumniarla! Sí, esa es el arma poderosísima de Luzbel y de los suyos..... Nuestra venerable Sierva de Dios, tuvo de ello aviso por revelación. Veamos cómo.....
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