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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 197 También el seráfico Patriarca se manifestó una vez en un carro de fuego como símbolo de sus inextinguibles ar- dores, y, como en otras muchas cosas, esta su hija pre- dilecta debía tener con él alguna semejanza visible por obra de Dios..... Pero estas maravillas que el Señor hacía en favor y premio de su Sierva se multiplicaban frecuentemente du- rante su vida, como por el decurso de esta historia se ha podido ver..... Nos place ahora parar la atención en nuevas pruebas del poder protector de Sor María Ana, en aquello que tienen de semejante con otro preclaro hijo del serafín de Asís... Nos referimos a S. Antonio y su poder, para ha- llar las cosas perdidas... Leemos no pocos casos de esta índole en la crónica de Plasencia; entre ellos escogere- mos dos o tres..... «Siempre que se nos perdía alguna cosa, la llamá- bamos, y aunque fueran cosas insignificantes se en- contraban enseguida, dice Sor María Paz...: pero son tantísimas las cosas perdidas, que no diré más que cua- tro: En una de las fiestas que tenemos costumbre de ce- lebrar, sacamos a la Iglesia varios santísimos Niños; a uno de ellos se le puso una cadenita de oro muy buena y muy antigua... Cuando de noche volvieron a entrar la imagen, no tenía la cadenita... Sintiéronlo mucho las Madres, y Sor María Ana se enteró del caso... Al día si- guiente, estando extasiada la Sierva de Dios cayó la ca- denita a su misma falda, siendo testigos de vista la Re= verenda Madre y Sor María Pilar..... A esta religiosa se le perdió en otra ocasión el santí- simo Cristo del rosario... Lo buscó por todos lados y no pareció... La buena religiosa, conocedora del poder de Sor María Anita para encontrar cosas perdidas, dijole; 0 MN MM 1 Ñ I :
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