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178 LA PERLA DE LA HABANA la Habana, llamado Fray Bernardo Lopátegui (*). Bendito sea Dios... Es una de las victorias más puras y sublimes de aquel corazón gigante; Sor María Ana puede cantar el Te-Deum, inspirado por la gratitud y por el amor... Desde el cielo, donde está engolfada en la luz, ha conseguido la conversión inefable de su adorado padre... ¡Oh gloriosa hija!, ¡oh venturoso padre!, ambos a dos, objeto de la ternura de Jesús, habéis hecho brillar, una vez más, la misericordia divina... Vengamos ahora a tocar otro de los objetos predilec- tos de la intercesión de nuestra venerable religiosa...: las almas a Dios consagradas. .... Es, en efecto, muy duro dar coces contra el aguijón... Es peligroso abando- nar la luz después de haberla conocido y aceptado tan puramente por la consagración espiritual; pero la voca— ción y la profesión no dan al que la realiza el don de la impecabilidad... Empeñado el enemigo en conseguir el rendimiento de estos castillos de la gracia, multiplica contra ellos las baterías de la guerra, y, como decía nues- tra amable biografiada, «un pecado de éstos ofende más a Jesús que muchos de los seglares...» No dejamos a la puerta del convento la naturaleza pecadora ni celebra- mos capitulaciones de paz con los poderes del infierno, al consagrarnos a Dios; antes, al contrario, la lucha arre- cia, el asedio de los enemigos es más fiero, la guerra más implacable, y no es de extrañar, aunque de lamen- tar sea, la caída hasta de las personas a Dios particular— mente consagradas... Obispos como Jansenio, presbite- ros como Arrio, religiosos como Lutero, son el mejor pasto de la voracidad infernal y los que más daño han (1) Carta de las religiosas del 10 de marzo de 1913. Después de esta fecha tuvimos el consuelo de recibir noticias de la Habana, eonfirmándonos en lo referente al reconocimiento de dicho señor.

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