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LA PERLA DE LA HABANA tem, non proillo dico ut roguet quis (*). Hay pecados que conducen a la muerte tan fatalmente, que diríase que es excusado el rogar por los que los cometen; pero para ella no había pecado ni pecador que no mereciese oraciones e intercesiones... La apostasía del amor de Cristo, que es a lo que se refería el discípulo amado en este texto, no impide el orar por los apóstatas... El apóstol indica que no se atreve a recomendar la oración por ellos, porque no se dejarán doblegar y convertir... Pero Sor María Anita traía en la mente el texto y el sentido del mismo discipulo amado... Ef hee est fiducia quam habemus ad eum quía quodcumque petierimus secundum voluntatem ejus audit nos (*). La esperanza de su corazón volaba, en alas de la compasión, al trono de Cristo, y las conver- siones que ella realizó fueron numerosisimas. .. Educada en el Apostolado de la Habana, absorbíala el sentimiento de la salvación de las almas... No la quiso el Señor en medio del mundo, ejercitándose en el noble empleo de ganar almas para Jesús; pero, desde niña, dió pruebas inequívocas de ese gran sentido cristiano: de buscar, por todos los medios que estaban a su alcance, el bien de los pobrecitos pecadores... Antes de que el Señor la favoreciera de modo tan admirable en el convento, de- clarándole muchos secretos de su amante pecho...; antes de que fuese herida por el dardo del amor y sintiera los pecados con el mismo dolor que sentiría su propia eterna condenación, la vemos en su patria interesándose por los pobres pecadores... Durante la guerra de España con Cuba, cuando llega- (*) Epist. 1, cap. 5. (2 H.v, 4.

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