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12 LA PERLA DE LA HABANA Jure (*), y otros... No hay que extrañarse de nuestra falta de amor y de la vida de frialdad sin jamás interesarnos debidamente por Dios, si no apreciamos como se debe el sacrificio, los obstáculos y las dificultades de la obra de la redención... No podemos dejar en olvido otra observación que nos sugiere este tema de verdadero interés... Una de las ra- zones de nuestra falta de conocimiento de Dios y del po- co amor se descubre en el poco caso que hacemos de la persona del Espíritu Santo, que es la que representa el amor y la comunicación de los dones... Debemos al sabio abate Sauve en sus elevaciones un estudio bien primoroso y dogmático sobre este punto y en él, lo mismo que en lo escrito anteriormente por el genio teológico de Mon- señor Gaume, se echa de ver a cuánta gratitud y a cuánto amor es acreedora la tercera Persona de la augusta Tri- nidad... Las almas santas acostumbran a venerarla con culto especial, como propulsor del amor divino en los co- razones... Pudo burlarse Renán (3), renovando la frase de Jeurbach, de nuestro olvido acerca de la persona del Es- píritu Santo... Acaso se ha dado lugar para ello, puesto que muy pocas almas se han preocupado de un culto y veneración especiales al Espíritu Santo, a pesar de que de su Persona y de su actividad depende toda la vida so- brenatural. Comprendamos que la tal negligencia no pue- de-sostenerse sin acarrear grave daño a nuestra alma, puesto que todo don excelente procede de lo alto, del Es- píritu Santo, único que puede venir en ayuda de nuestra debilidad (5). (*) De la connaissence de S. amour du Fils de Dieu, sl (?) Etudes d' historic religieuse, () Jacob 1-17 y Rom. VI!I-26,
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