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164 LA PERLA DE LA HABANA No le faltó al enemigo ocasión de tentarla por aquí, como ella misma declaraba a su Director espiritua!..... Decíanle «que sería muy santa, pues su oración siempre era oída». El perverso espíritu de orgullo y de vanidad jamás tuvo albergue en aquel cándido y sencillo cora- zón... Lo que el demonio pretendia era turbarla y apar- tarla de su rectitud y unión perfecta con Dios, haciendo que se fijara en ella misma... Siempre es el egoísmo ori- gen de muchos males... Cuando la criatura se detiene a contemplar sus bellas cualidades, a no ser para ofrecer- las a Dios, tiene gran peligro de vanidad... Empero, Sor María Anita no sabía fijarse más que en el Corazón divino y en su nada... En las declaraciones espirituales causábala profunda pena el tener que decir las gracias que Dios le hacía; pero, tratándose de tenta- ciones o cosas que la humillaran, gustaba declararse con- fiadamente..... , Declaró, pues, al Director lo que el enemigo le sugería, y obtuvo su remedio en el consejo que le dió de acogerse a la humildad del Corazón santisimo de Jesús... Nada más acemodado al modo de ser y al espiritu de la Sierva de Dios..... Tal vez sería en semejantes ocasiones de tentación violenta del enemigo o cuando ella practicaba algún acto de sublime humildad cuando, como leemos en las notas del Sr. Penitenciario de Plasencia, su Director, parecía que Jesús la acercaba a su sacratísimo costado y le daba a beber aquella preciosísima Sangre que la robustecía y enajenaba tanto, capacitándola para padecer toda clase de tormentos por Jesús y por las almas. Y ¿no dijo el Sagrado Corazón a la B. Alucoque que los devotos de su Sagrado Corazón tendrian grabado en el suyo el nombre de Cristo?

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