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AA A A AA 162 LA PERLA DE LA HABANA malni por las fuerzas naturales de la conciencia normal... El empeño es suprimir toda intervención sobrenatural objetiva y verdadera, pero manteniendo el espiritualismo- positivista... Vano empeño... Á todas esas teorías fla- mantísimas podríamos aplicar la zumba de Lasegue con- tra los que se servían para todas estas cuestiones de la palabra histerismo (*). La histeria, diremos una y mil ve- ces, tiene por caracteres fundamentales, que diría Fur- hman, la volubilidad, la sugestionabilidad, el egoismo... En las almas santas vemos el bello equilibrio y fijeza de las facultades, una constancia perseverante en la obra, una caridad sacrificada y angélica... La unión y eleva= ción del espíritu, que siempre busca. a Dios y vive en Dios, de Dios y para Dios... Sor María Ana, en el ápice: de su comtemplación, guardaba admirable equilibrio y dominio grande del psiquismo superior sobre el inferior... Una constancia perseverante en medio de las pruebas y contradicciones más acerbas de las luchas de afuera y las desolaciones de dentro...; siempre con la voluntad de: Dios en el corazón y en los labios... Precisamente es esa la alta unión... No querer sino lo que Dios quiera, no amar sino lo que Dios ama...; y ella dice: «Yo no quiero ni deseo más que lo que sea voluntad vuestra y vuestro puro agrado... En esto pongo mi corazón, mi voluntad y me mantengo toda yo» (*). HI El fin más visible de la devoción al Sagrado Corazón, y al mismo tiempo más alto, es unirnos a la santa vo- luntad divina... Exclamar, al unísono, con el Corazón (%) Decía Lasegue: «La histeria es el cesto donde se echan los papeles viejos qae no se saben clasificar. (2) Autógrafos ei AT d dE
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