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152 LA PERLA DE LA HABANA sido combatida por la herejía, su antigúedad y su filia- ción con Jesucristo hubieran parecido sospechosas a las generaciones sucesivas, su doctrina hubiera permaneci- do para nosotros confusa e indefinida... Las persecucio— nes despojan a la obra de Dios de las apariencias y re- cursos humanos y ponen al descubierto la poderosa mano. que las sostiene... De suerte que puede decirse con ra= zón que las persecuciones y herejías han sido necesarias para fecundar el divino germen depositado en el seno de la Iglesia, y que ésta no es menos deudora de sus triun— fos a los Dioclecianos y a los Arrios que a los Constanti- nos y Orígenes (*). Ahora bien, las grandes devociones de la Iglesia son a ella lo que es ella a Jesucristo... Como Jesucristo apoya y hace triunfar a la Iglesia, la Iglesia apoya y hace triunfar las grandes devociones; sobre todo, se-ha visto esto claramente con respecto a la devoción al Corazón de Jesús. Para nosotros será siempre concluyente la sen- tencia de San Agustín: «No creería en el Evangelio si no existiese la autoridad de la Iglesia» (*). No creeríamos ; ni practicaríamos ninguna devoción si no la aprobase y sancionase la autoridad del Papa... La razón natural no puede ser juez exclusivo en asuntos sobrenaturales; eso sería, sencillamente, antirracional... Por eso los católi- Cos nos apoyamos, en lo tocante a la pureza de los ele- mentos concernientes al orden divino, en una autoridad divina, también ejercida por la Iglesia... : No fué floja la tempestad que el jansenismo levantó . contra la devoción al Sagrado Corazón desde que se hizo 3 pública por la monja de Paray Le Monial... Las revela- ] * (1) Augusto Nicol, Estud. Filosof. 2.* Part., cap. MI. () Epist. fundam., cap. Y.

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