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150 LA PERLA DE LA HABANA vida mortal todo lo que vuestra Voluntad santísima or- denare. Sacrificome por vuestra fiel Sierva y de todos los mor- tales; y a todos los presento ante vuestra inmensa cari- dad y pido que los miréis como Dios y Padre clementisi- mo, y de lo íntimo de mi corazón os lo suplico... Por el amor que me habéis dado hacia sus almas, ofrezco en sacrificio el carecer de vuestra gloria y des- canso, y elijo, con vuestra entera Voluntad, el padecer, dejando de gozaros, privándome de vuestra clara vista por ejercitarme en lo que es tan de vuestro agrado (*). ¡Oh, luz de mi alma, virtud mía, querido mío por quien vivo muriendo...! ¿Cómo hará oficio de madre la que no lo sabe hacer de esclava?» ('), Sor María Ana obtuvo del Señor no morir por sufrir más por las almas, y lo hizo por cinco años,
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