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148 - LA PERLA DE LA HABANA te comparación, pero sí alguna semejanza, según se aproximan los Santos a sus prerrogativas y virtudes... Como Reina de todos preside la espiritual progresión de sus almas, y bajo el auxilio de su protección se desen- vuelven generosamente en el terreno de las virtudes, de- fendidos de los enemigos y apoyados por el brazo de su amor... «La Reina se asienta a la derecha del Rey toda vestida de oro» (*), y los Santos rodean la corte celes- tial, aclamando al Rey ya la Reina. Desde allí hace María los oficios de dulce Madre, y a la que tiernamen= te amaron los Santos y, entre ellos, nuestra encantadora Sor María Ana... HI Que Jesús se haya dignado favorecer a ésta con el ti- tulo de Madre, por la encarnación espiritual o mistica verificada en ella, nada prejuzga en contra de la verdad histórica, puesto que el divino Niño—que tuvo con nues- tra religiosa exquisita familiaridad, hasta podérsela llamar ”la santita del Niño Jesús”—lo mismo que verifica des- posorios místicos con las almas y las llama Esposas (*), puede dignarse, en su amor, encarnarse misticamente como en nuestro caso, y dar a la favorecida, en el mis- mo sentido, el titulo de Madre. Si en el Evangelio dijo que aquélla era su madre y aquéllos hermanos suyos que supiesen cumplir la voluntad de Dios, no es de ex- trañar que, dado el espíritu gigante y por completo en- tregado a él por amor y por dolor, y distinguido con tantas gracias desde el seno materno, obrase en Sor Ma- ría Ana las maravillas a que nos referimos... También . (1) Salmo XLIV-10, (2) A Sta. Rosa de Lima le dijo: «Rosa de mi corazón, sé tú siempre mi esposa».

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