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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 147 mo Rey soberano, María está a su lado como Reina sin pecado concebida... Ella goza, participative, de la gran- deza y de la majestad de su Hijo divino; y por eso todos Jos Santos, por altos que hayan podido subir en virtudes y méritos, son esclavos y servidores de Maria... «Todos ellos son espiritus que le sirven» (*), como los ángeles... El coro de las espléndidas vírgenes «sigue al Cordero por donde quiera que va» (*), pero María será Reina de las vírgenes, como lo es de los apóstoles y de los serafi- nes... Como la reina sobrepuja en la corte a los demás personajes, llámense duques, marqueses y condes, así María sobrepuja a todas las criaturas; por eso exclama San Gregorio: «La bienaventurada Virgen fué la monta- ña que excedió, por la altura de su predestinación, a to- da otra altura de criatura elegida» (*); y S. Pedro Da- miano añade: «En esta luz inaccesible la bienaventu- rada Virgen María eclipsa la dignidad de los hombres y de los ángeles, y en comparación de ella nadie tiene bri- llo alguno» (*). María tiene una dignidad como infinita, a causa del bien infinito, que es Dios, agrega el Angéli- co Doctor (*). Ella fué escogida como el sol, según dice el libro de los «Cantares», y por eso exclama S. Ambro- sio: «Todo lo que hay en el cielo está inestimablemente adornado con la glorificación de la Santa Virgen... Ella es la belleza, el ornamento y la gloria del reino de los cielos» (*). Es, pues, clarísimo que la Virgen Santísima no admi- (1) Hebreos, 1-18. (E) «Apocalipsis». (?) Comentario sobre el primer libro de los Reyes, cap. 11. (*) Sermón sobre la Asunción de la Virgen. (*) Part. 1.* quaest. 25, art. 6 ad 4. (*) «De la excelencia de la Virgen», cap. VII.

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