BCCPAM000R09-1-21000000000000

SOR MARÍA ANA DE JESÚS 143 los brazos abiertos, la cara como de risa y sin lágrimas en los ojos... La Madre alteróse algo, diciendo que có- mo se le iba a sacar de aquella manera si no parecia do- lorosa... Ensayó juntarla las manos, con que tenía que sostener la corona de espinas, pero sin éxito... no se atre- vió a colocar las lágrimas en una cara de risa... Volvió en sí Sor María Ana, ordenóla la Abadesa que orase an— te la Virgen y sacase de aquel apuro a la Comunidad... Arrodillóse ella obediente ante la estatua y ésta tomó, al momento, la actitud de dolorosa que tuvo siempre... Es de creer que en esta ocasión gozó Sor María Ana de dulces abrazos y de ternezas regaladísimas de la dul - ce Madre, y que a eso obedece la actitud extraña cn que la Abadesa vió la imagen... No es esta la primera vez que las imagenes correspondían a Sur María Ana con voces, con abrazos, con reverencias de cabeza, 060%. De esto tenemos un caudal más que regular de datos,.... Cuando iban a hacer el camarín a la Virgen del Puer- to, de Plasencia, llevaron al convento la nueva imagen entre varios hombres, por ser pesada... Sor María Anita salió al torno a recibir la visita de la dulce Madre, pero con objeto de que no la vieran, y temiendo algún favor o prueba de amor de parte de la Virgen por tener tantas razones para ello, escondióse detrás de la puerta...; mas cuando se puso a la vista de la imagen, ésta inclinó la cabeza, saludándola afectuosamente... De noche, mientras la estatua estaba colocada sobre una mesa, se oyó un golpe, y, extrañándolo, las monjas notaron que la imagen se había movido para ponerse de cara hacia Sor Maria Ana... Esta, toda turbada, se hincó de rodillas y le dijo: «Madre mía, ¿cómo hacéis estas fi- nezas con esta pecadora?» (*). (*) Relación de Sor María Paz y P. Yagile. Defensa.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz