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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 141 wimiento de los átomos...; para el mundo espiritual, ni hay otra mecánica ni otra máquina que la gracia obte- nida por la intercesión de la dulce Madre... Para sus in- tentos a Arquímedes le faltó el punto de apoyo; a nos- otros nada nos falta... Tenemos propicia la voluntad de la Madre y hasta desea ella comunicarnos sus favores e influencias más que nosotros recibirlas..... A proporción de estas gracias, que crecen y se multi- plican con nuestros afectos a María, crecen y se multi- plican las virtudes... De suerte que un períecto amante de Maria será un perfecto santo. .... HI De nuestra Sor María Ana, podemos decir que profe- saba hacia la Reina del cielo un afecto comode familia, y, en línea paralela, tenía un cúmulo de virtudes propias de las que pertenecen con señalada marca a la gran fa- milia divina. «No hay virtud propia de la vida religiosa que no practicara en altísimo grado», decía el R. P. Ya- gúe, Superior que fué de los corazonistas de Plasencia, y Director de la Sierva de Dios (*). Cuando, durante el año de noviciado, fué tan probada por los enemigos, a ella acudía con amor, y cuando aquellos famosos ataques del mes de noviembre, entre las fiebres y el dolor, llamaba a la Virg esta cabeza, que tuya es» (*). Con esta familiar confianza, bajo el manto de tan dul- an, diciendo: «Ven, ven, mamica mía, y cógeme ce Madre, resistió a tan duras pruebas y venció con su ayuda, y creció varonilmente en las virtudes religiosas hasta un grado casi increible de pureza y perfección..... 1) Defensa. (2) Manuscrito del convento de Plasencia.

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