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136 LA PERLA DE LA HABANA todos los días, y a todas las horas, y unas veces distinta que otras, pero siempre riquísima» (*). - Cerremos este asunto inacabable con un broche que hallamos entre sus escasos originales: «Cuando doblemos las rodillas al pasar delante de Jesús en la sagrada Hostia, digámosle: ¡Oh grandeza de mi Dios, abatido soberanamente en la Hostia consagrada!, amado seáis de todos los corazones; adorado de todos los. espíritus; sujétense a Vos todas las voluntades». Amen. (') Relación manuscrita de Sor María Paz.

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