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128 LA PERLA DE LA HABANA a «enajenada y como fuera de sí por el amor» (!). No va= mos a repetir con detalles las escenas que quedan rela- tadas... El día 11 de febrero de 1900, día de Septuagési- ma, se le mostró en la sagrada comunión el Sacratísimo Corazón de Jesús, en la imagen de la Sagrada Pasión, muy herido y ofendido... Queda ya dicho que el 1.* de marzo de 1901 (como el año anterior un viernes de cua- resma), durante la comunión, obtuvo la gracia de la conmutación de los corazones... Verdaderamente que por este Sacramento el alma se nutre de Dios y participa de la vida y la felicidad. Por eso la comunión transforma los corazones, y aunque no se realice en cada uno de nosotros, como en Sor María Ana, esta conmutación de corazones, sin embargo, en ella y en nosotros, la comunión es la hora de la transfigura- ción... Acaso para indicarnos esto y acomodarse mejor a la realidad escoge Jesús esa hora para hacer en las al- mas tan estupendas maravillas. Dios se nutre del conoci- miento y amor de sí mismo, porque no puede conocer ni amar nada más perfecto que El mismo y porque es para si mismo todo su bien: en esto consiste toda su vida y su felicidad; pero el alimento y vida del alma consiste en el mismo conocimiento y participación del Criador, y por esta participación consciente se muda el hombre en algo divino... La vida divina, que al principio estaba en el Pa= dre, descendió a la naturaleza humana al vestirse de car- ne el Verbo; ahora se comunica a todo el que se acerca a la sublime Eucaristia... El alma que no puede ver nada sino a través de los sentidos, que bebió la muerte por los mismos, ve ahora que se comunica la vida divina tam- bién por los sentidos... Por eso la contemplación euca= rística y la participación del Pan es «la devoción de las (2) Ibi. o a is SS . 4
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