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126 LA PERLA DE LA HABANA a otro que a Tí: ¡Oh amor!, tú eres una llama que con= sumes poco a poco el alma y el cuerpo, y continuamente sustentas y alimentas esa misma alma y cuerpo» (1). Estos y otros coloquios tenía escritos Sor María Ana, que no pueden leerse sin llorar de dulce emoción... Co- mo recompensa a sus inefables ansias de Jesús y premio de sus generosidades, prodigósele el Señor en suavisimas comunicaciones. En uno de los apuntes que se le recogieron al morir, leemos dos favores inmensos de que fué objeto en las dos grandes festividades de la Orden seráfica... El día 17 de septiembre de 1902, solemnidad de la Impresión de las sagradas Llagas en el cuerpo del seráfico Patriarca, se dignó el Señor darle; personalmente, la Comunión... No era Sor María Anita de esas almas que pasaban el tiempo en escribir favores... pero, obligada a dar cuenta de conciencia, hacía algún apunte, relatando alguno de sus extraordinarios favores. Por las cuentas de conciencia a que venía obligada, se sabía, que muchas veces, la hora de la comunión era su grande hora, cuando el Señor se le comunicaba tan pró- diga y generosamente; pero de los apuntes recogidos podemos copiar sólo pocos datos: «El día 17 de septiem- bre de 1902 me dió la comunión Nuestro Señor; no co- mulgué con la Comunidad. El día 20 de septiembre no bajé a comulgar, pero también me dió la comunión Dios Nuestro Señor; ni el 23 ni el 24 ni el 25 de septiembre bajé a comulgar el año 1902». Con esa escrupulosidad llevaba cuenta de los dias que no pudo bajar a comulgar, cuando tan deseosa y ham- brienta estaba del Pan eucarístico..., pero el Señor no y () Originales de la Sierva de Dios.

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